Alfarería de Quinchamalí

En el corazón del secano interior de la Región de Ñuble, entre caminos de tierra, cerros suaves y valles de cultivos, florece una tradición ancestral que no ha perdido su fuerza con el paso del tiempo: la alfarería de Quinchamalí. Más que un oficio, se trata de un lenguaje hecho barro. Uno que habla de identidad, memoria, trabajo colectivo y, sobre todo, de una profunda conexión con la tierra. Reconocida oficialmente como Denominación de Origen (DO) en Chile desde 2022, esta práctica artesana no solo sobrevive, sino que persiste como símbolo de patrimonio vivo, sostenido principalmente por las manos de mujeres que han heredado la técnica de generación en generación.

Qué hace única a la alfarería de Quinchamalí

A primera vista, las piezas parecen simples: figuras negras, formas rústicas, decoradas con líneas blancas que podrían parecer improvisadas. Pero esa apariencia modesta esconde una complejidad técnica notable. La alfarería de Quinchamalí es conocida por su distintivo color negro —resultado de un proceso de cocción que ahoga el oxígeno para lograr una reducción química— y por sus finos trazos en blanco realizados con plumilla de ganso o espina de cactus.

El barro se extrae de quebradas específicas del sector, donde las familias artesanas conocen exactamente qué vetas sirven y cuáles no. Una vez recolectado, se mezcla con arena, se amasa y se deja reposar, como quien espera que el barro “se calme”. Todo el proceso es manual: desde el modelado hasta el pulido. No hay torno, no hay moldes industriales. Cada figura es única.

Algunas de las piezas más emblemáticas

Figura tradicionalSignificado o uso cultural
GuitarreraRepresentación icónica de la mujer cantora
Novios de QuinchamalíFigura decorativa típica de bodas rurales
Animales de campoHomenaje a la vida campesina
Vasijas utilitariasUso doméstico (agua, granos, fermentos)
Adornos zoomorfosConexión espiritual con la naturaleza

Estas piezas, aunque decorativas hoy, fueron en el pasado parte del cotidiano doméstico. Muchas se usaban en rituales agrícolas, en festividades religiosas o como juguetes que pasaban de madres a hijas.

Un oficio profundamente femenino

Hablar de la alfarería de Quinchamalí es, en gran parte, hablar de mujeres. Son ellas quienes mantienen viva la tradición. Lo hacen desde sus hogares, en espacios adaptados como cocinas o patios, donde los niños juegan entre barro y herramientas, y donde el conocimiento se transmite en silencio, observando.

En ese universo doméstico, cada pieza contiene no solo la técnica aprendida, sino también la vida de quien la hace: sus dolores de espalda, sus risas con otras mujeres mientras modelan, su relación con la tierra. No es casual que el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio declarara en 2018 a este saber como Patrimonio Cultural Inmaterial en peligro, reconociendo que la cadena de transmisión se estaba debilitando.

Puedes consultar más detalles de esta declaratoria en el sitio del Ministerio de las Culturas.

La denominación de origen: un escudo para proteger el oficio

En 2022, el Instituto Nacional de Propiedad Industrial (INAPI) otorgó a la alfarería de Quinchamalí y Santa Cruz de Cuca la Denominación de Origen. Esto no es solo un título honorífico, es un instrumento legal que garantiza la autenticidad del producto y protege a quienes lo producen frente a imitaciones o comercializaciones indebidas.

Tal como se señala en el sitio oficial de INAPI, una denominación de origen «identifica un producto como originario de un país, región o localidad, cuando una determinada calidad, reputación u otra característica se debe fundamentalmente a su origen geográfico».

Esto implica que solo quienes habitan en estas localidades y aplican las técnicas tradicionales pueden etiquetar sus productos como “Alfarería de Quinchamalí”. El reconocimiento también abre nuevas puertas: acceso a fondos de apoyo, visibilidad internacional, exportación con valor cultural agregado, entre otros beneficios.

Testimonios desde el barro: voces de quienes moldean la historia

Marisol Abarzúa, artesana con más de 40 años en el oficio, recuerda cómo aprendió mirando a su abuela trabajar sin decir una palabra. “Yo me sentaba al lado y la observaba. Nunca me explicó nada, pero con verla ya sabía lo que tenía que hacer”, dice. Para ella, cada pieza es una conversación con sus ancestras.

Otra artesana, Juana Fuentes, ha vivido de la alfarería desde niña. Asegura que la denominación de origen es un respaldo, pero que aún hay desafíos enormes: «Las ferias pagan poco, los turistas a veces regatean. Y nosotras no trabajamos con barro nomás, también trabajamos con tiempo, con cuerpo y con historia», comenta.

El reconocimiento legal no resuelve de inmediato los problemas de fondo: la falta de acceso a salud, la informalidad laboral, la poca promoción estatal de las artesanías locales en el extranjero.

Un oficio en peligro: ¿puede la tradición sobrevivir?

A pesar del reconocimiento, la práctica enfrenta riesgos. El desinterés de las nuevas generaciones, la escasez de barro por sequías y el ingreso de productos industrializados similares a bajo costo son amenazas reales. Incluso dentro de las comunidades de Quinchamalí y Santa Cruz de Cuca, no todos valoran el oficio. Para muchas familias jóvenes, dedicarse a la alfarería sigue viéndose como un retroceso económico.

Según el catastro de artesanos realizado por el Ministerio de las Culturas, en 2021 había menos de 50 personas dedicadas activamente a esta técnica. La gran mayoría son mujeres mayores de 60 años. La falta de relevos generacionales pone en jaque la continuidad del oficio.

El rol de las políticas públicas y la educación

La protección del patrimonio va más allá de los títulos legales. Requiere presencia en la educación escolar, en la promoción turística, en los programas culturales regionales. No basta con decir “esto es importante”; hay que integrarlo en la vida de las personas.

Algunas iniciativas han comenzado a tomar forma. Talleres escolares, visitas guiadas a talleres familiares, campañas de sensibilización en redes sociales. El desafío es lograr que este conocimiento no se convierta en pieza de museo, sino en parte del presente.

La Municipalidad de Chillán, por ejemplo, ha colaborado en la difusión del oficio a través de actividades culturales y ferias temáticas. Pero la continuidad exige constancia y planificación de largo plazo.

Quinchamalí y la identidad chilena

En un mundo donde todo se puede imprimir en 3D o importar desde el extranjero, ¿por qué seguir haciendo figuras de barro a mano? La respuesta es simple y poderosa: porque nos conecta con lo que somos. La alfarería de Quinchamalí no es una curiosidad turística. Es parte del ADN cultural de Chile. En cada figura hay siglos de saber, resiliencia, adaptación y belleza cotidiana.

Y en esa obstinación por moldear el barro sin apuro, por hornear a fuego lento en hornos caseros, por decorar sin esquemas industriales, hay una lección silenciosa sobre cómo vivir en equilibrio con la naturaleza y con la memoria.

Una tradición que aún respira

La alfarería de Quinchamalí no está muerta. Respira en cada pieza vendida en ferias artesanales, en cada niña que mira a su madre modelar una guitarrera, en cada visitante que compra una figura no solo como adorno, sino como símbolo de una historia que merece seguir siendo contada.

Si estás en Chile o planeas visitar el país, vale la pena desviarse de la ruta principal y conocer Quinchamalí. No solo por sus piezas, sino por las personas detrás de ellas. Escuchar sus historias es, en sí mismo, parte del patrimonio que el país debe cuidar.

Y si no puedes ir, al menos apoya el oficio informándote, compartiendo su historia, valorando la artesanía como mucho más que un producto decorativo. Porque al final del día, conservar una tradición no es tarea solo de quienes la practican, sino también de quienes la reconocen como parte de lo que somos.

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por Jose Alvarez

Periodista titulado por la Universidad Católica, con especialización en temas de Actualidad Tecnología, Innovación y Emprendimiento. Experto en Medios Digitales. Fundador y actual editor en jefe de SociedadenAccion.cl, el primer medio digital chileno dedicado a temas de actualidad.

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